December 8, 2010

Una pequeña carta, para un amor muy grande.

Mi querido amor de todos mis tiempos:
Nunca sé cómo empezar nuestras cartas de amor, por eso empiezo con lo primero que inspiras, aquello en lo que me haces pensar, en los recuerdos que ya has alojado en mí y que ya son nuestros.

Ya nada es mío,
ahora junto a ti
todo es nuestro.

Pienso en este amor de silencio, que nos encontró caminando en ciudades distintas, en cielos distantes...nunca supimos por donde buscarnos y sin embargo llegamos a encontrarnos.
Hace tiempo que te vi llegar a mi vida,desde entonces fueron muchos los momentos largos y difíciles que hemos pasado, demasiados, tanto que sólo tú y yo lo sabemos.
Muchas fueron las veces en que parecíamos dudar de tan grande amor, pues la distancia se empeñaba en hacernos dudar; hoy tengo la certeza de que estamos cerca, una cercanía que nosotros comprendemos aún cuando seguimos separados.
Siempre confié en ti, siempre supe que necesitaba tu dulzura en mi vida, supe que no la encontraría en otra parte, sólo en ti.
Ahora ha llegado una nueva estación que ya libera nuestras esperanzas, todo parece suavizarse para que por fin superemos las distancias. 


Pienso en tu amor

que quiero para siempre,

ese amor que siempre me trae aromas de todos los tiempos, amor con aroma, un amor bello del que hablo en todas las cartas que llegan a ti. Estamos juntos desde entonces, desde nuestras primeras cartas, y pronto vendrá el tiempo de estar juntos al fin.

 
Aguardo la llegada de ese día,
el de nuestro beso recíproco.
Pronto llegará la hora de contarnos todas nuestras cosas, y desde luego siempre volverán nuestras cartas, las leeremos en otoño y escribiremos más para leerlas en primavera. Te diré que te amé desde siempre, que te esperé, que te extrañé en frías noches, y en mañanas soleadas también. Me dirás que de la misma manera me extrañabas cuando a ti llegaba una neblina que no sabías de dónde provenía, pero ya estaré ahí para abrazarte, para verme en tus ojos, para dejar que transcurra el tiempo sin agobiarnos, que nuestros instantes sean largos, muy largos cuando podamos decirnos -te quiero- casi al unísono y así medios dormidos y con el mismo tono, con la misma voz, con la misma mirada.
Sólo tú eres bendición de mi vida, porque una noche cuando ya no soñaba nada bello o ya no recordaba lo soñado… soñé tus ojos, soñé que tu mirada veía al mundo de forma distinta. gracias por todo mi querido amor :)